Coquetea la noche como máscara sobre la luna y en la sombra difusa se esconde una mirada incierta.
Ella está cansada de los juegos, de las verdades a medias, de esa adolescencia eterna que no le da paso a la adultez. La verdad se escurre entre las grietas de sus máscaras...esas aprendidas, las que construyó en otras épocas y le ayudaron a sobrevivir. El maquillaje corre, ya no soporta los garabatos de ese rostro.
Fuma un cigarrillo sentada en el cordón de la vereda mientras los autos pasan. Se observa las zapatillas gastadas y descubre que es hora de jubilarlas sin mayor melancolía.
Espera....
Espera y disfruta del silencio que germina de a ratos. Hay una aureola abrazando la luna, señal de humedad.
El día se arremolina en su cabeza y las imágenes bailan trayendo su cantinela del hoy; una infinidad de rostros con historias y un burdel de voces que pueblan su interior.
Fuma y espera, como todas las noches en la misma esquina donde se encuentran las mismas calles, donde se derrumba siempre su hoy.
No sabe si quiere volver a casa pero siempre vuelve, como conjuro tonto y atroz.
Espera y está cansada de las verdades a medias, de lo que no revela o no puede contar. La verdad se escurre entre sus grietas. La verdad, tarde o temprano se suele pronunciar.
Espera...ese micro que la lleve al mañana, desde esa misma parada camino al amor.
Espera como quien desgrana las horas con un puñado de olvidos y vacía su bolso de angustias, en busca de redención.
Coquetea la noche, una vez más, como máscara sobre la luna...coquetea eclipsando la razón.