miércoles, 26 de septiembre de 2007

Espera

Coquetea la noche como máscara sobre la luna y en la sombra difusa se esconde una mirada incierta.
Ella está cansada de los juegos, de las verdades a medias, de esa adolescencia eterna que no le da paso a la adultez. La verdad se escurre entre las grietas de sus máscaras...esas aprendidas, las que construyó en otras épocas y le ayudaron a sobrevivir. El maquillaje corre, ya no soporta los garabatos de ese rostro.
Fuma un cigarrillo sentada en el cordón de la vereda mientras los autos pasan. Se observa las zapatillas gastadas y descubre que es hora de jubilarlas sin mayor melancolía.
Espera....
Espera y disfruta del silencio que germina de a ratos. Hay una aureola abrazando la luna, señal de humedad.
El día se arremolina en su cabeza y las imágenes bailan trayendo su cantinela del hoy; una infinidad de rostros con historias y un burdel de voces que pueblan su interior.
Fuma y espera, como todas las noches en la misma esquina donde se encuentran las mismas calles, donde se derrumba siempre su hoy.
No sabe si quiere volver a casa pero siempre vuelve, como conjuro tonto y atroz.
Espera y está cansada de las verdades a medias, de lo que no revela o no puede contar. La verdad se escurre entre sus grietas. La verdad, tarde o temprano se suele pronunciar.
Espera...ese micro que la lleve al mañana, desde esa misma parada camino al amor.
Espera como quien desgrana las horas con un puñado de olvidos y vacía su bolso de angustias, en busca de redención.
Coquetea la noche, una vez más, como máscara sobre la luna...coquetea eclipsando la razón.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Identidad

jueves, 20 de septiembre de 2007

Septiembre

Arrastro los pies.
Septiembre me lleva.
Llovió demasiado este mes.
Mojó más de lo suficiente.
Tengo el reloj interno a mil y un puñado de cansancios insolentes que claman atención.
Es el devenir de las horas premeditadas.
Es sentirme anestesiada atravesando diversos espacios.
Todo el mundo corre y yo quisiera poner el freno...pero no lo encuentro.
El acontecer frenético y despiadado.
Mi antojos de más horas al día o menos dificultades a las horas.
El silencio, la armonía, el equilibrio sin urgencias idiotas y sin idiotas urgentes.
La parodia de lo efímero como pasajero de subte sin paradas, sin vendedores ambulantes, sin hora pico ni apretones.
Los colores sin dueños ni nombres ni catálogo que los identifique.
La música que se aproxima a un gemido en el éxtasis de un minuto de gloria, que se escapa llevando sus notas a la masa que sólo responde a lo establecido.
El mandato de no ser mandado ni mandatario de normas ni leyes ni frases ni dichos que condicionen mi mente.
Llovió demasiado en septiembre y moja más de lo suficiente.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Ermitaña

Es muy loco que en la gran ciudad una se sienta sola. Es muy loco y muy común. Es esa sensación de multitud que amenaza con devorar la individualidad. A la vez, hay una sensación de comodidad. Una pasa desapercibida...es una más, nadie se detiene y todos nos movemos en bloque: subte, tren, colectivo. Paradójicamente mi ermita es una ventana a otros y otras para decirme y decirles sin retener identidades, sin apropiarme de gestos. Protejo mi individualidad como algo sagrado, lo propio, lo intransferible. Comparto mis reflexiones, mis insultos y mis ganas de remodelar la vida con sus rumbos. Soy un poco poeta, alquimista, trotamundo, buscadora pendular y errante. Soy una ermitaña más, en la gran ciudad.