lunes, 9 de noviembre de 2009

Cavidades

Los abrazos, los perfumes de lo humano que me tejen.
Las cavidades de la nostalgia del hogar en cualquier casa.
Cualquier casa que me abrace, cualquier cuna que me acoja como paréntesis temporal en el mar de las obligaciones.
Si me haces bien, si te hago bien, si nos buscamos casi cotidianamente…qué hace que no me detenga a cobijarme en tus rincones?
Una suma de soberbias disfrazadas de urgencias, restringen mis venas llenas de ese instante de cariño. Cómo pasar de largo sin reconocernos por la misma calle? Cómo agrietarnos en la misma vidriera sin la más mínima sospecha que la esencia de nuestra carne va besando la muerte, sin ésta ser tan cierta?
Me he prohibido reconocerme vulnerable. Nada me duele, nada me atraviesa y bajo mis oscuros muros me desvanezco con la mordaza de mis propias violencias.
Adónde huyes mujerzuela tonta?
Dónde te escondes cuando la carne te aprieta?
Todo el mundo te señala oliendo tus impurezas, que claman al cielo una caricia, como tierra seca en verano, pide lluvia, pide ternura, aunque sea, alguna que otra tormenta.
Los abrazos que se fueron no son de otros, como los que vengan no serán eternamente nuestros…pero serán esa marca más allá de la marca, que se reconoce en la acción expresa, en la interfaz de los cuerpos encontrándose sin respuestas.
La sed puede ser abundante, tan ardua que desaparezca la necesidad o, que por el contrario se la niegue.
Por no pedir limosnas, por no cruzar la valla, para que los miedos me protejan del conjuro de querer, me mimetizaré con las paredes blancas de la pena y en la oscuridad invisible de las carencias me protegeré.
Pero, llegarás vos, si vos, ya sabés.
Llegarás con tus colores y tu magia, descubriendo en el ladrillo a la trémula mujer, que débil y vacía se esconde en el muro, sumida en la indolencia de no atreverse a querer.
Pintarás una frase en mi cuerpo y ya no seré la misma, bautizada nuevamente, tantos años después. Me cambiarás el nombre y el cuerpo, la risa brotará de tus manos, tan distinto a ese primer nacer.
Pintarás espirales en mi boca y mi vientre será cuenco de nuestro querer.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Brechas

Entre el todo y la nada...dos mundos en uno, un gris oblicuo, una humanidad latente y el deseo urgente de parir libertad.

Castigo

Era una niña.
No me llegaba ni a las rodillas.
Edad? Cualquiera. Cinco, veinticuatro, cuarenta y siete, setenta y dos.
Era una niña…ella o yo?
Las escalinatas de una Iglesia eran su domicilio. Algo así como su palacio en ruinas.
Su mano tendida por debajo de los harapos era un cuenco abierto a lo indecible.
Quereme…Quereme…Quereme.
Su reclamo se adueñaba del ruedo de mi falda.
Su insistencia podía ser infinita y estúpida. No reconocía el No, no sabía el significado de un desprecio, no le importaba que la apartaran violentamente. Luchaba a brazo partido con la indiferencia.
Las monedas jugaban en mi bolsillo un tintineo aberrante. Las monedas, la limosna, el diezmo, la caridad, el lavado de conciencia, lo que me sobra, la culpa y mi alma atrapada por su mirada entre ingenua y asesina. La opresión de su deseo en un juego de premios y castigos donde la que termina en el infierno, con mis monedas, soy yo.
Era una niña…ella o yo?
Era un torbellino que jugaba con las hojas muertas en la escalinata de Dios, a dos pasos de la entrada a la aceptación de los buenos. Era la imposición, el obstáculo. Era la vigía del afuera que ponía a prueba mis convicciones. Saltarla era lo esperable que nunca sucedía. No había modo de evitarla, ni huir, ni….No, no había chance.
Era Dios el jodido que instalaba el personaje a dos pasos de su puerta?
No me llegaba ni a las rodillas y la ira era más grande que la compasión.
Era una niña mendigando cariño.
Era una niña…ella y yo

martes, 8 de septiembre de 2009

Pausa

Informe

El malestar se instala en la boca del estómago, como un piquetero enardecido. Los hombros pesan y los bostezos acompañan la apatía, el bajón, la angustia. No sé bien qué sucede, es una mezcla enmarañada de insatisfacciones. Podrían ser miles. Me voy deprimiendo y encerrando en una burbuja oscura
¿Qué te pasa? Nada.
¿Te pasa algo? No
¿Por qué estás así? No sé.
¿Qué querés? No sé
¿Estás enojada por algo? No
¿Estás cansada? No
No. No sé. Nada. No sé. No. Nada.
No son los otros ni otras.
Soy yo, yo, yo, yo...Yo.
¿Una construcción de mi ego?
Me duermo con bronca. Los puños apretados. Malestar.
El sueño me devuelve una pesadilla…alguien se cae sobre mí en el instante que estoy bebiendo agua. Muerdo el vidrio, la copa se deshace y los vidrios invaden mi boca. Escupo, escupo y sangro. Me quedan esquirlas en mi garganta. Es horrible. Alguien que me saque los vidrios. Siento los vidrios en mi garganta. Llegamos al dentista y en la sala de espera, a la mirada de todos, dos sujetos inhalan raciones gigantes de cocaína. Hay cocaína por todos lados y en todas partes. En la boca de uno de los muchachos, en la canilla del baño. Tomo una pizca y la pongo en mi boca pero la escupo inmediatamente. Tengo miedo.
Me llevo las manos al estómago y respiro, tan solo respiro…ya pasará, ya pasará.
El baño se estanca, nada circula. Los papeles afloran sobre la superficie. Tomo la sopapa y ejerzo presión sin piedad. A la fuerza, se tiene que destapar. Me duelen los brazos. El agua intenta correr, débilmente avanza. Tengo que hacer mucha fuerza. Más, más fuerza, más. Inútil. No alcanza. La mierda siempre vuelve?
Escalofrío. Frío.
Pausa.
Se me resbala la porcelana de las manos. Vidrios, más vidrios. Esta vez sin sangre. Vidrios, más vidrios. Cosas que se rompen. Hace unos días, un plato. Vidrios, más vidrios, en mi garganta, resbalándose de mis manos. Con sangre o sin ella. Sueño y realidad.
Algo siempre se rompe.

martes, 2 de junio de 2009

Incierto

Cúspide

En las alas de la noche
Se esconde lo íntimo.
De la escala de la regla cuelga el antifaz.
Una careta sucia, un tanto desdibujada luego del carnaval
Duerme en el rincón de la ley,
Parámetros y temores,
Curiosa combinación de manchas
Gratis y densas.
Los gritos de impotencia
O de auxilio
Un catálogo de seguridades
El puñetazo en la pared
Ni violencia ni castigo
Un alto en medio del camino
Las calles se cruzan y se pierden
Quien dobla, quien sigue?
Quién encontrará las calles?
Quién?
Yo las puse ahí.
Como puse los silencios
Para no pensar más
Para callar lo demás
Lo que da frío
Y no es invierno

miércoles, 1 de abril de 2009

Shhhhhhhhhh

Papá

El paraíso era dormirme en sus brazos.
Él velaba por mí, él vigilaba el mar de mi sueño.
Él
El Edén eran las siestas de verano, cuando hacía calor y luego del baño, mamá me depositaba en sus brazos.
No recuerdo bien sus pases mágicos, para que después de la mamadera, sucumbiera de lleno en el descanso.
No recuerdo si era un arrullo, un cuento, o tan sólo su perfume agreste, primario que hablaba de su presencia certera junto a mi lado.
Tal vez sólo se trataba de un vaivén suave o un golpeteo rítmico de su palma en mi cuerpo…mi cuerpo que se perdía entre sus manos.
Puede ser que haya sido un día extraño, un día de junio, frío, nublado.
La casa oscura, la habitación en calma y mis gritos que rasgan el silencio en pleno asalto:
“Papá”
y las lágrimas corren, cómplices del agravio.
La noche no devuelve el eco, se apodera ambiciosa de mi angustia.
Papá no está a mi lado.
Nadie duerme conmigo. Cómo pude dormirme sin él a mi lado?
Mi mamá me toma en brazos.
No hay palabras más contundentes que esa imagen, la imagen de papá dormido y abrazado por la mortaja, de papá en otra dimensión ausente y lejana.
No hay otra imagen que su frente tranquila y su cuerpo al fin, relajado.
Era el Edén dormirme entre sus brazos.
Pero un día la muerte visitó nuestro huerto. Se disfrazó de mandato.
Me dijo que si era una buena nena y me iba a la cama sola, porque ya era grande para dormir sola, papá iba a estar orgulloso.
Papá, mi primer amor, profano y sagrado.
La muerte me sedujo y me besó.
Cuando me vio dormida, me lo arrebató.
Cuando me vio entregada al sueño, se lo llevó.
La muerte me engañó.
La muerte…
Desde ese día, él duerme y yo no.
Desde esa noche, yo la espero y él no.
Desde esa noche en que la muerte me arrebató el amor.

viernes, 20 de marzo de 2009

Vida

Le tengo miedo a la rutina y le tengo piedad.
No es fácil sostener la magia porque los trucos se descubren
A menos que prefieras la sorpresa por sobre todas las cosas.
Le tengo miedo a lo constante y también a lo que fluye sin explicación.
Varita mágica que la vida saca en algunos momentos
Y convierte en galera el corazón,
paloma blanca escondida en el revés del alma
inocencia plasmada en la sonrisa simple del amor.
Le tengo miedo a las palabras
Que se gastan explicando ceremonialmente
Donde empieza esto y dónde acaba aquello
En el cotidiano juego de ser dos.
Le tengo piedad al miedo que se arremolina en absurdos
Para sostener su posición.
Le tengo envidia a la vida
Cuando se salta de la mesa a la ventana
De la vereda a la calle
De la lágrima a la risa
Del refugio al baile
Y grita desaforada
Hasta caer desmayada
En un colchón de rocío.
Así, húmeda, se queda dormida
Un tanto realidad
Un tanto fantasía
Una mezcla irrespetuosa
De humanidad desbordante
Un borboteo constante
Imposible de condicionar.
Le tengo envidia a la vida
Cuando me sacude desde lo diferente
Y se burla incoherente
Por mi cara de yo no fui
Me hace chistes baratos
De esos que no entiendo
Y al final me contesta…
“no son para entender, tonta”
“son para reirse, simplemente, son”
“como vos, como la luna, como el gato que se enrosca en tus piernas sin preguntarte quien sos,
como los loros sobre el palo borracho estropeando sus flores, son”
y se pone una sombrilla al hombro
hace una venia insulsa
tomandome el pelo solemnemente
“Adiós, cuando te animes a vivir intensamente, llamame”
“Buscame en el chapoteo de los niños en el barro
o en la marca de tu aliento sobre el vidrio,
buscame en aquello que te recuerde
lo inédito de estar vivo.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Melodía

Hay silencios escritos en el pentagrama...
quién diría que los silencis se pueden graficar?
Hay silencios naranjas de cálida complicidad,
de esos que insinúan el beso un segundo antes de la inmensidad.
Hay silencios que pintan paisajes,
en la completa altitud de la belleza.
Hay silencios que susurran calles
por las que nunca quisiera transitar.
Hay silencios que aderezan el asombro
como certezas que vale la pena callar.
Hay silencios que se instalan con la muerte,
son una suma de vida que descansa en paz.
Hay silencios que disfrazan violencias,
cómplices de la omnipotencia, obtusos de poder.
Hay silencios que completan las palabras,
sin ellos sería vana la razón.
Hay silencios que promulgan respeto al misterio,
y se fraguan en lo cotidiano con sagrada capacidad.
Hay silencios...
y son parte de la prosa encarnada,
tan valiosos como la palabra misma,
tan necesarios como el agua a la sed
tan humanos e impotentes
notas del universo
huecos en la voz
jugada de ajedrez.

Rincón

jueves, 12 de febrero de 2009

Insomnio

El insomnio puede ser un compañero insoportable o un buen consejero, piensa ella mientras se baña.
Cree que las mejores ideas aparecen a horas intempestivas.
Es ese momento sin tiempo de una madrugada cualquiera, que hace que el cuerpo se afloje y los miedos florezcan.
Es el instante del llanto por donde drena la angustia.
Cuando las horas se aceleran y amontonan durante el día, cargadas de intensidad, en la puerta de la garganta, la noche abre la brecha del desvarío.
Se seca y resume las ideas.
El cuerpo está exhausto y la mente corre buscando soluciones.
Es que hay piezas que no encajan, es que dos mas dos nunca es cuatro…y entonces, por qué se empeña en obtener ese resultado?
Se mira al espejo desnuda.
Por qué vive la vida que no quiere vivir?
Si no tiene nada que demostrar, ni siquiera el resultado de esa absurda suma?
Por qué todo es un tedioso negocio en las relaciones que la afectan?
Por qué hay que justificar la existencia?
Por qué hay que quedar bien o estar abierta a tantas cosas que los otros esperan?
Y si baja la cortina?
Y si decide quedarse en su posición, aunque reconozca que es obtusa pero que no tiene ganas de discutirla?
A qué le teme?
Se mira las cicatrices.
Detrás de cada una hay una historia.
Tampoco tiene demasiadas.
Apenas las que hablan de un puñado de malos cálculos.
Y qué pasa con sus decepciones?
Qué pasa con sus frustraciones?
Y se mira las canas, como esos cabellos que perdieron el color, aunque los tiña….
Será cuestión de aceptar lo que hay y buscar alternativas para no anclarse en el espejo, buscando canas, que son imposible ocultar.
No tiene lo que quiere.
No está conforme con su vida.
Abolla el papel y vuelve a empezar?
El café de la mañana no disminuye las ojeras y el beso que la despide tiene sabor a piedad.
Cruza el umbral, luego de cada movimiento mecánico de su mañana y, camino al colectivo, repasa su contrariedad y su falta de fidelidad a ella misma.
Cobardía? Comodidad?
Cuándo fue el día que puso el piloto automático?
Cuándo se ajustó a las reglas de juego?
Levanta el brazo en la esquina…algo se detiene.
O es que acaso, vive en un mundo detenido?
En realidad, sigue sumergida en el insomnio de una larga noche y la mañana se demora caprichosamente, dejándola envuelta en una crisálida de preguntas.

viernes, 6 de febrero de 2009

Puñado

Los brazos abiertos en cruz, la brisa en la cara, los cabellos volando.
Los pies uno detrás de otro sobre la línea, la cuerda, la cornisa.
Qué hay debajo?
De qué se compone el precipicio?
De prejuicios, de mandatos, de estructuras, de …
Qué pasa si me caigo?
Pero no hay miedo, no. No se trata de eso.
Podría haber un desierto bajo mis pies con aparente seguridad que quemara .
Tal vez la vida es esa línea donde transito entre desiertos y abismos, bamboleada por los miedos y sostenida por algún que otro oasis con sabor a certeza..
Y la pasión?
La necesidad permanente de saltar mis propias fronteras, la urgencia inexcusable de dejarme moldear…soltar amarras.
Atreverme a equivocarme, a fracasar, a frustrarme.
Atreverme a perder y perderme
Los brazos en cruz, la brisa en la cara, los cabellos volando.
Libertad…de esa que irrumpe desde las entrañas.
Libertad…de esa que no escapa de mis costuras humanas.
Crecer y vivir con los miedos en la garganta.
Mientras exista un hilo de vos, es preferible el gemido que se convierta en grito si es necesario, a un puñado de obtusas palabras.
Libertad con los pies en la arena o el vacío… es lo mismo el fuego que la nada?
En un nudo de inciertos, el encuentro es una sed que reclama.
En un nudo de inciertos, el deseo de vivir sin excusas es la boca que demanda.