martes, 6 de noviembre de 2007

Silvio

Curiosa es la tarea de quien mira a través del vidrio.
Mira, espía, imagina, observa.
La calle se encuentra vacía y la brisa se lleva las hojas iracundas de la vereda…pero no es otoño.
Nada asoma aparentemente fuera de lo normativo y rutinario.
Nada ocurre allí, en el espacio público donde todos circulan, donde se globalizan estereotipos, donde todos parecemos ser iguales.
Hay demasiadas preguntas que carecen de inocencia y hay demasiadas respuestas que resultan tan abiertas que mejor desecharlas como tal.
Ella, que mira tras la ventana, descubre que la tarde se vuelve a desdibujar.
Acompañada por la somnolencia residual de la siesta y un mate a medio empezar, espía la calle de vez en cuando y cree que en cualquier momento va a llegar.
Espera una carta desde hace semanas, una respuesta de esas que aunque ya conoce, necesita verla garabateada en el papel como confesión inacabada de una realidad que se impone.
Hubiera sido más fácil por otra vía. Seguro…pero siempre es mejor esperar.
Culmina su ritual, colocando la bombilla después del agua y se toma el primero para evaluar la temperatura de la infusión.
Silvio descifra sus notas con esa melodía propia que lo hace inconfundible e inunda la cocina con esa mujer que se ha perdido conocer el delirio y el polvo, se ha perdido su forma de amar, se ha perdido su huella en el mar.
La carta, la tarde, el vidrio, la música, el mate, la espera.
Pasaron los años y la distancia agigantó los momentos. Los recuerdos se emborracharon de melancolía. La nostalgia se adueñó laberínticamente del pasado compartido, filtró las peleas, se quedó con lo más tierno.
Pasaron los años y ambas crecieron por distintos caminos sin siquiera cruzarse al menos en un intento. El deseo prometía y a veces, se embarazaba de reencuentro.
Pasaron los kilómetros, los paisajes, las etapas, los ciclos, las estaciones. Pasaron, se hicieron tiempo.
Tal vez la ausencia de respuesta sea en sí, una respuesta.
Tal vez la espera de la carta sea una excusa para seguir mirando la calle a través del vidrio.
Se ubica en el sillón para seguir abrazada a la modorra siestera y tomarse unos mates cargados de introspección, mientras tararea…
Una mujer innombrable
huye como una gaviota
y yo rápido seco mis botas,
blasfemo una nota y apago el reloj.
Que me tenga cuidado el amor,
que le puedo cantar su canción.

1 comentario:

Arleqino dijo...

a través de tiempo y marea...
sístole/diástole
presencias que se dibujan en el vapor y el humo
luego el baile de disfraces y el millón de máscaras
luego el hambre en carne viva y el cansancio de lo inalcanzable
luego los recuerdos dando puñaladas
diástole/sístole
ausencias que dejan su vapor en el tacto
la marea que se aparta
y nos descubre canción



y yo rápido seco mis botas
blasfemo la melodía con la que en ella me encontré
...y apago el reloj