miércoles, 1 de septiembre de 2010

Calma

A veces, la certeza es un descubrimiento que se alza como la claridad sobre la tormenta.
El peso es unánime y los miedos desaparecen, milagrosamente desaparecen.
A veces, el camino se abre paso a través de la niebla y podemos ver más allá, una dirección.
Tan sólo un hacia dónde en el océano de los porqué y para qué.
Desearía poder siempre saborear la conciencia en el cuerpo, en las venas, para flotar en la confianza de lo descubierto: la ecuación cierra.
Sí, la ecuación cierra, y no con números ni cifras ya que quizá desde ese costado austero, mirar la decisión resulta de un suicidio absoluto.
Es aún más deslumbrante… Lo que cierra es la ecuación de la vida.
Aunque sea por un instante...
Hay sentido, comprensión, asombro, paz.
Miles de días atravesando lluvias y soles para que un día, me invada en un microsegundo la comprensión. Para que de repente mire mis huellas y esboce una sonrisa y la calma decante y el día se despida con el obsequio de su intención.
Agradezco las bendiciones, los besos y las escarchas.
Agradezco las crisis y los abismos, las nebulosas y los desiertos.
Agradezco el murmullo del mar en la caracola de mis dudas y el silencio de la noche en la intimidad de mi ser.
Agradezco la desnudez y los pies descalzos pisando lodos y arenas calientes de ansiedad, los asfaltos mojados por la humedad de la angustia, los pastizales incómodos de mi comodidad.
Agradezco y junto las manos, signo de plegaria y de comunión, con el pulso dulce de la vida, con el latir curioso de sus partos múltiples, su sangre plena, su hondura orgásmica.
Agradezco los brazos que me reciben y los senderos que con otros y otras me atrevo a recorrer, sin mapa ni brújula, un horizonte delineado en el cariño, mezcla de mañanas, utopías, posibilidad.
Agradezco tu mano, que se abraza fuerte a la mía y en nombre del amor, se arroja a la inmensidad y tus ojos brillantes de esperanza, un rato antes que el sol comience a despuntar.
Agradezco tu sonrisa y tus silencios, mezcla de respeto y complicidad, germen de un puñado de sueños en mi adusta melancolía, nostalgia de soledad.
Agradezco…

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