viernes, 3 de septiembre de 2010

Pregunta

Quién se llevó el silencio angostado de sombras?
Qué queda en la penumbra cuando la existencia se agota?
Qué se adivina en la pregunta que no termina nunca?
Un puñado de encuentros se pelea por salir en la foto.
Una selección de sentimientos en el medio del huracán.
Una actitud, acurrucada en el almanaque.
Qué queda cuando el último grano de arena pasa por el cuello del reloj?
Que queda de mí, de vos, de todos y todas, de cada uno?
Si la distancia es honda, los abrazos no llegan y queda a mitad de camino un racimo de angustias, de culpas, de deseos, una ofrenda de momentos compartidos, una bandeja de buenas intenciones, una bocanada de sueños nuevos que se esfuma.
Queda la huella impresa como un sello, en el pecho, en los días, en las calles.
Quedará un beso eterno plasmado en los lugares, los olores, las mañanas y una foto que se torna sepia, barnizada de nostalgia.
El misterio de un intervalo multifacético entre dos eternidades.
Una pausa vivida intensamente como oportunidad única e inigualable.
Un laberinto transcurrido con las herramientas de siempre, mezcla de amor, locura y destino.
Qué queda cuando la noche se cierne y los párpados se cierran?
Un viaje inusitado y profundo a lo más auténtico que puede ser nuestro camino, al manantial del que proceden nuestras pobrezas, a la grieta donde se esconde el mayor de los sentidos.
Cuando la noche me apague, quiero quedar alumbrándote como consuelo y certeza, como sonrisa y vivencia, paz cercana que se anide en tu alma.
Cuando me vaya, quiero quedarme desnuda y sin prejuicios, en los que quiero y me quisieron.

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